domingo, 20 de noviembre de 2011

Desaprender para aprender, un rompimiento de paradigma





Eduardo Chávez Romero


El modelo academicista o tradicionalista, surge en un ambiente político-social de independencia nacional, en donde lo esencial se remite a recuperar y establecer la identidad nacional. Dicho modelo, encontró sustento en los principios de la Ilustración, con la firme intención de llevar la “LUZ” al pueblo; de ahí que se procurara el desarrollo de ciertos contenidos, porque no se trataba de hacer pensar o ser crítico al sujeto, sino simplemente recibir los contenidos para validar un conocimiento dado por cierto y que prevalezca el pensar y actuar de toda una población.

La producción en serie, el capital humano y contemplar la Educación como inversión, formula el encuentro con el paradigma en filosofía Positivista y en sicología el conductista, que embonaban directamente a las exigencias contextuales de inicio del Siglo XX. Por ejemplo, los instrumentos de evaluación en función de estandarizar los niveles de aprendizaje de los alumnos por igual, haciendo del saber un conocimiento más objetivo, pues la creencia del conocimiento estaba libre de subjetividades, motivo por el cual los alumnos aprendían (aprenden) de forma memorística y repetitiva, donde se reforzaban los aprendizajes por medio de la primicia conductista: Estimulo-Respuesta.

A inicios del segundo decenio del Siglo XXI, surgen nuevas propuestas que pretenden dar solución a los problemas torales de la sociedad, de la cultura, del conocimiento, por ejemplo, el paradigma Socio cognitivo humanista exige un saber social, aprender con otros, desaprender los vicios conductistas, los sujetos desaprendemos en primera instancia de hacer consciente lo inconsciente, así se reconocen los errores y se aprende de los mismo.

La sociedad y cultura de hoy rechaza la verdad única, peros asimismo, crece en sus incertidumbres y carencias de verdad, lo que empieza a prevalecer es la diversidad, pero tal vez no la tolerancia a esa diversidad.

Autores como Piaget, Vigotsky, Ausubel, Bruner, entre otros, apostaron por formular al conocimiento y a las experiencias como binomio inseparable, reconociendo toda forma de saber, considerando al sujeto activo, histórico, social y único. El aprender del conocimiento como una construcción, no se origina de la simple actividad de los sentidos, ni comienza con una mera acumulación de datos sino a partir de la problematización de la realidad.

El conocimiento expresa orientaciones, por las que posee un importante valor de uso, ya que está en conexión con las distintas maneras de actuar y cumplir objetivos.
El cambio no se da de un día a otro, pero es necesario el rescatar el desarrollo de Capacidades y Valores del ser humano, si bien es cierto que uno construye su propio aprendizaje, también es cierto que sólo en sociedad construye la realidad humana.

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