martes, 13 de diciembre de 2011

Crónica de un terremoto






Bertha Zamora

6.8 grados, 45 segundos, trepidatorio y oscilatorio…podrían ser sólo números y datos, pero para quienes vivieron la tarde del sábado el terremoto con estas características, el concepto y el significado definitivamente es otro.

La tarde sabatina transcurría mientras el tema de la reunión era Enrique Peña Nieto y todo lo relacionado a su carente hábito lector. El movimiento telúrico nos interrumpió sin permiso y de manera arbitraria. Ruidos por doquier, objetos que caían después de mecerse se podían ver a nuestro paso, las tinieblas se hicieron presentes y la eternidad también: parecía que Cronos se había quedado dormido y el tiempo detenido.

Después vino la calma. La luna iluminaba la ciudad, sirenas se escuchaban a lo lejos, la gente caminaba en busca de noticias buenas por supuesto, los celulares muertos, los nervios de punta.

Dos horas incomunicados y llenos de incertidumbre. Volvimos a épocas pasadas donde sólo la luna iluminaba y se platicaba de frente, “en persona pues”, nada de platicas virtuales a través de Twitter y Facebook, ¡que va!.

La noche transcurrió y sólo se hablaba en torno a lo sucedido, cada quien su historia, cada quien su susto, algunos contaron su experiencia atrapados en el cine, otros, experimentaba risa con el show de los payasos en el circo, después, llanto por tremendo movimiento. En la calle, en la casa, en un partido de futbol…cada quien tuvo su historia.

Las réplicas llegaron y las noticias malas también.

Hoy ya todo es historia.

Y hoy con mayor claridad y sin el Jesús en la boca podemos pensar, ¿sabemos actuar ante un movimiento telúrico de gran magnitud? ¿Estamos organizados como familia, con los vecinos en un caso de emergencia? ¿La autoridad municipal está preparada para atender a la ciudadanía en una situación extrema? ¿Tenemos una cultura sísmica?...

***

Al pasar por una calle escucho la canción, “y la tierra se movía, se movía…” no puedo evitar reírme y pensar “que episodio tan bizarro”, mientras doy gracias de poder escribir esta crónica a pesar de la “primera llamada” de los Mayas, como llaman al terremoto en las diversas redes sociales…

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