jueves, 8 de diciembre de 2011

Cuestión de educación, ¿el ciudadano o el consumidor? O ¿ambos?







Eduardo Chávez Romero


Los años del neoliberalismo en México han marcado con sello distintivo el entendimiento sobre educación y así, sobre la formación de las nuevas generaciones de los mexicanos. Es decir, desde mediado de los 80´s con Miguel de la Madrid y sus sucesores como Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón; se ha mantenido una política de calidad, productividad y ganancia.

No en vano hoy las competencias en educación como postura administrativo-pedagógica para la formación de saberes y principalmente pragmáticos en la resolución de problemas laborales y no así, en la resolución de situaciones vivenciales y de la democracia.

El sujeto a formar en el Neoliberalismo no está en la persona con valores o en el ciudadano, sino en el usuario o mejor dicho en lenguaje neoliberal, “el consumidor”.

La diferencia entre estos dos conceptos, ciudadano y consumidor está en el enfoque educativo que se quiera optar. El primero, el ciudadano, es una persona comprometida con la comunidad y en específico, con la vida en democracia. Se manifiesta en contra de los abusos, exige el respeto a los derechos humanos, demanda a la autoridad tapar el bache de su colonia y la reparación del alumbrado público que él y la comunidad pagan con lo poco mucho que le retiene Hacienda. El consumidor por su parte, vela por su satisfacción y sus necesidades. Se manifiesta en contra de los abusos de su proveedor de cable, exige el respeto a la tarifa que le había prometido su empresa telefónica, demanda a la autoridad que reponga su servicio de Internet y la reparación inmediata de su servicio de gas natural que él está pagando con lo poco mucho que gana en la quincena.

Educar se convierte en una cuestión de enfoque. Pues ciudadano y consumidor son fines de dos filosofías pedagógicas. La cuestión no está en formar en uno o en otro al sujeto, porque querámoslo o no, vivimos en democracia (o eso nos han dicho desde el dos mil y la alternancia en el poder ejecutivo) y los problemas sociales y de la comunidad nos impactan directamente en nuestra forma de vida; pero también consumir, querámoslo o no, lo tendremos que hacer, pues los bienes y servicios del libre mercado hacen las tarifas y las competencias comerciales más accesibles para nosotros, los consumidores.

Entonces, ¿por qué no procurar la misma educación de los bienes (del consumidor) en los bienes de la ciudadanía?
Sólo es cuestión de educación integral. Ah, y de cambio de rumbo político y personal.

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