miércoles, 7 de septiembre de 2011

Idiosincrasia y un no se que igualteco...




Amílcar Venegas Cisneros

Rodeada de cerros existe un lugar que en la antigüedad se hacía llamar Yohuala que dichosamente la abraza un cálido-sub húmedo clima en donde se registra en 37°C A 40°C, comprendidas de abril a septiembre; es decir la mayoría del año se vive un clima caluroso seco, el cual, se altera en los meses de marzo a junio.

Iguala de la Independencia Guerrero mejor conocida como “cuna de la bandera” o “ciudad tamarindera “, es una entidad pequeña, de vida modesta, con una vista mezclada entre comunidad y seudo-polis, especialista en la manufacturación de baches urbanos y a la siembra de basura en las calles, el polvo, mezclado con calor hace de este paradisiaco lugar, un ambiente ideal para engalanar esta escenografía campirana.
Aquí hablar de entretenimiento es hablar reducidamente; los jóvenes, las familias, los niños, los adultos no pueden aspirar a lugares en donde exista distracción decente. Lo que se estila es ir a los toros, al futbol dominguero o simplemente zocalear; el centro por cierto, adornado con múltiples puestecitos de chucherías fayuqueras, incluyendo las famosas películas de 20 pesitos y la ropa de última moda; y si le llegan al precio al H. Ayuntamiento, encontraremos fondas o vendimias de calzado y útiles escolares; en plena explanada municipal
Hace poco se inauguró una plaza comercial, la cual, tiene un cine, boutiques, locales de esos que la publicidad ha convertido en iconos de la necesidad y que hace a los usuarios sentirse parte de una ensoñación, según esto, ideal. Estas tiendas sirven además, como un lugares donde “pasear” y aunque suene cómico pero la gente va a dar la vuelta, muchas veces ni siquiera comprar, es común que los papas lleven a sus hijos a jugar en la escalera eléctrica o pasearlos en los carritos de la Megacomercial.

En Iguala, Guerrero es imperdonable los jueves de pozole, en donde un tosco porcentaje estila convivir en los choteados, “digo, perdón” clásicos restaurantes, fondas, bares, antros que con espectáculos travestis animan a los comensales. El mismo jueves hay tianguis en donde comerciantes principalmente de ropa, comida y otros menesteres tepiteños, ofrecen las joyas de imitación, productos ideales para zacear los influenciados gustos de los clientes por la Tv.

El joven, al no tener en su mayoría lugares de interés en donde mantener su atención o simplemente en donde encuentre identidad o convivencia intelectual; suele mejor, ir de antro, estar afuera de los OXXO, ir de shopping, dicen ellos, al cine y ver las películas chafas que impone el monopolio o quedarse en internet o viendo televisión; desperdiciando la actividad de un público que bien, pudiera generar fructíferas sensaciones de divertimento. Y luego, ahí están las quejas de adicción, ocio, embarazos o infinidad de asuntos indeseables.

Para los niños, solo está el parque del DIF, las albercas, las canchas, el futbol, el cine, los bricolines, la calle, las telenovelas y lo que dispongan los papas: todos distractores efímeros, atributos de la inconexa cultura.

Para los adultos: las borracheras, el jaripeo, los bailes gruperos, los antros de mal gusto, espectáculos como las reinas gruperas, cantinas, bares, lugares de moda (llamaradas de petate), los hoteles de paso, restaurantes, nuestra “bahía”, sucia y de mala monta, laguna de Tuxpan.

Por solo enumerar: existen en Iguala dos academias de pintura, dos academias de ballet, cuatro o seis clubs de danza folclórica, un taller de enseñanza fotográfica; a lo largo del año se aperturan insípidos talleres y cursos relacionados a las artes, pero, los costos son inalcanzables para el promedio económico de las familias, en este panorama, el esparcimiento artístico se torna elitista y soberbiamente ajeno casi anónimo.

En mi ciudad no existe un teatro, ni conciertos decentes, ni foros para algún evento serio de arte, no hay galerías, no hay de manera permanente algo vinculado al deleite artístico, no hay prensa dedicada a la seria difusión del acervo cultural; solo gozamos de dos Museos que está de sobra decir su utilidad y resultados.
Es nula la incentivación o educación de públicos para estos eventos, se carece por ende, de interés para este rubro de esparcimiento. Como en la mayoría del país, el progreso cultural no marcha del todo bien. En Iguala apenas hay intentos de cultivar a nuestra sociedad, algunos entusiastas buscan romper la veda sin embargo, el camino es caótico y mundano; me viene a la mente el Festival Franciscano, pero ese, es otro tema a desglosar.

Personajes y uno que otro político quesque “culto” presumen que en Iguala se confeccionó nuestro lábaro patrio, pero nadie en realidad, ni la federación, ni los mexicanos, ni la vox populi, lo tienen en un altar precisamente. Mientras aquí, solo nos resta enaltecerlo e impartir conferencia tras conferencia, evento tras evento, siempre con el mismo público, con los mismos conferencistas eternos.

Al no haber opciones culturales a nosotros, los habitantes de esta ciudad, solo nos resta la insolación y el conformismo que es igual a la ignorancia y el olvido; pensar en que no hay mas allá, y de manera cíclica aburrirnos, esperar a que el tiempo nos convierta en presas fáciles de la mercadotecnología. Nuestra idiosincrasia esta ahondada entre los visos de la indolencia y la falta de criterio gubernamental; mientras la ciudad desorbitadamente en crecimiento, engendra los igualtecos del futuro.

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