miércoles, 19 de octubre de 2011

Enseñar la indignación





Eduardo Chávez Romero


La dignidad es una cualidad que se expresa a partir de lo valioso, es un carácter nato del ser humano otorgado únicamente a partir de la autonomía que tiene el sujeto que se sabe sujetado y asimismo lucha dignamente por liberarse. Si bien, la dignidad es un atributo de nacimiento, la indignación se aprende y se enseña solamente a partir de vivir la vida, de alfabetizar el espíritu. La alfabetización no es sólo enseñar a leer y a escribir, es enseñar la indignación, aprender la razón del corazón.

Y es que el pasado 15 de Octubre (http://goo.gl/4llSq) muchos indignados hijos del mundo salieron a las calles para protestar, para exigir, para indignarse. Para hacer ver que otro mundo es posible. El movimiento de los Indignados nació en España el 15 de mayo del presente año con múltiples movilizaciones en aquel país. Para el pasado 15 de Octubre, se estimó que al menos 951 ciudades de poco más de 80 países salieron a protestar y mostrar su indignación; Roma, Bruselas, Lisboa, Londres, Berlín, Nueva York, Buenos Aires, Santiago, Ciudad de México, etcétera.

Los indignados reprochan a los grandes señores de las finanzas, que cuando ganan ellos se lo llevan todo, pero cuando pierden, emerge el socialista ideal de compartición y hacen de su deuda, una deuda pública. Un mundo que genera pobreza, es un mundo injusto; es decir, la pobreza es hija de la injusticia pero para los señores del dinero y de las finanzas, es pobre quien es ineficiente, quien no es digno de la riqueza.

Enseñar la indignación es enseñar a entender lo que ocurre en el mundo, aprender la indignación es actuar en el mundo. Enseñar la indignación no es regalar el pescado al hombre, es enseñarle a pescar. Seamos indignados ante los abusos, las vejaciones, las manipulaciones, las injusticias. Enseñemos que la indignación proviene del corazón con severos destellos de razón.

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