domingo, 30 de octubre de 2011

José Guadalupe Posada contra los “Mexican Jalowuins”






Amílcar Venegas Cisneros


No es difícil, una vez que uno tiene cierta relación con los grabados de Posada encontrarse con la representación de la muerte. La muerte aparece en sus grabados de la manera más convencional, como una calavera o calaca. Cantidad de esqueletos se pasean en bicicleta, cantan, bailan, se emborrachan, le declaran su amor a alguna dama y se ríen de su condición.

Pero lo que nos resulta más curioso en las representaciones de Posada es que si no en todas, en la mayoría de sus obras aparece representada en situaciones insólitas o poco comunes en relación a lo que nos tienen acostumbrado las representaciones generales sobre la misma.

La diferencia más importante que encontramos con respecto a otras culturas, principalmente las que tienen mayor conexión o se encuentran mayormente influenciadas por los modos de representación occidentales, en las que su cercanía pareciera sentar siempre un malestar, es que en los grabados de Posada la muerte parecería casi convive entre los mexicanos sin generar mayores sobresaltos.

La muerte en este sentido, en México, en aquella época (y a lo mejor en ésta también), parecía gozar de un privilegio único que le permitía rozar la cotidianeidad sin asustar a nadie. Hoy sabemos que, por lo menos un día al año, la muerte en México se convierte en la invitada favorita; el dos de noviembre se celebra el “día de muertos” y si no todos los mexicanos, gran parte de ellos, aquel día acude a algún cementerio llevando diferentes ofrendas entre las que pueden encontrar bebidas alcohólicas, comida, cualquier tipo de comestibles u objetos que colocan junto a la tumba de sus familiares.

También se depositan flores de Cempoalxóchitl éstas son unas flores muy coloridas que transmiten parte de ese sentido festivo que tiene aquel día para el pueblo, en que se comen calaveras de azúcar con los propios nombres inscriptos sobre éstas, pan de muertos y se construyen altares en las propias casas a los familiares ya fallecidos. Y de las velas, cirios, veladoras que con copal guía a las animas visitantes. Del pan de muerto, de la fruta, del arroz, de las frutas, de las fotografías del difuntito.

Este es uno de los ritos con mayor adhesión en México y en el que participa gran parte de la población, y de ninguna manera podría pensárselo como un rito nostálgico que sólo incita a llorar a los que ya se han ido. Por el contrario, todo transcurre en un ámbito de alegría en el que se mezclan las borracheras, la música y principalmente la risa. Se supone que por la noche los muertos abandonan sus tumbas y toman tequila u otras bebidas junto con la comida que les hubieran dejado sus familiares. Es para ellos un día de fiesta ya que tienen acceso a placeres que habían abandonado hacía ya tiempo a causa de su condición de muertos.

¿Qué diría Posada hoy si pudiera vivenciar nuestras celebraciones en torno a el día de muertos? ¿Qué haría La Catrina originalmente llamada La Calavera Garbancera, es una figura creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera ; frente a: drácula, hombre lobo, chucky, el jinete sin cabeza, la calabaza con ojos y boca, Frankenstein, el extraño mundo de Jack, zombies, fantasmas de sábana blanca, brujas, etc.?

¿En qué parte de la cultura mexicana están ahora las Tumbas y Ofrendas, versus, noches de halloween, casas del terror, películas de monstruos o los disfraces de látex de los personajes fantasmagóricos?

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